martes, 27 de febrero de 2007

Los discos de la buena memoria

El jardin de los presentes - Invisible (1976)

Aquella mirada cínica que definía al fútbol como 22 hombres que corren detrás de una pelota, bien pudo explicar ,no sin la misma carga de cinismo, que un disco es tan solo un conjunto o recopilación de canciones. Ancestralmente reconocemos que el fútbol representa una expresión que sobrepasa de manera inconmensurable esa simple descripción. Así fue también que alguna vez llegaron los Beatles para enseñarnos que un disco podía ser una obra en si misma y no solamente el conjunto que las contiene. Y vaya si algunos aprendieron la lección y volcaron toda su inspiración en esa nueva variante de obra de arte tan representativa de la cultura pop ,que los mismos Beatles prácticamente fundaron. Aquel eco viajó hasta estas latitudes y Luis Alberto Spinetta comenzó a edificar la vasta obra que hoy conocemos a través de maravillosas canciones que formaron parte de discos increíbles , siendo estos discos, precisamente, unidad fundamental de su legado. Y al frente de aquel combo maravilloso al que llamó INVISIBLE produjo ,en 1976 ,uno de sus mejores trabajos: “EL JARDÍN DE LOS PRESENTES”. Este tercer disco de la banda presenta una notable madurez, tanto en el grupo como en el autor, y el resultado es verdaderamente logrado. Genial. Sutil. Precioso. Y entonces presionamos play una vez más, así como hace años posamos por vez primera la púa en el primer surco.
En un típico cliché spinettiano, el primer acorde precede por un instante a la voz, y partimos hacia la galaxia en una nave de fibra hecha en Haedo. EL ANILLO DEL CAPITAN BETO , nos devuelve el primer guiño tanguero, (que se repetirá varias veces a lo largo del disco) amalgamando los viajes siderales con entrañables matices porteños ( Gardel, el colectivero, la vieja, el café y el para nada entrañable banderín de river plate...) para contarnos la eterna historia del naufragio espiritual. La banda suena ajustadísima, compacta, y destaca el bajo de Machi en el interludio en 5/8. ...”el anillo de beto llevaba inscripto... un signo...del alma...”y el tema muere en una especie de susurro instrumental. Ese mismo rumor final nos introduce en “LOS LIBRO DE LA BUENA MEMORIA”, momento cumbre de la lírica del flaco (lo que equivaldría a decir de todo el rock nacional), con clima de balada-jazz y fortísima presencia de tango, desde lo instrumental ,en las hirientes notas del bandoneón de Juan Mosalini y desde la letra, esa especie de secuela de “La última curda”,de Cobian y Cadícamo. ...”El vino entibia sueños, al jadear , desde su boca de verdeado dulzor...” o “...Esta botella se ha vaciado tan bien, que ni los sueños se cobijan del rumor...”, son algunas líneas que bien podrían pertenecer a la pluma de cualquiera de los grandes poetas del tango.
Una de las cosas que caracterizaron este disco, fue la incorporación de un cuarto integrante al trío original. Tomás Gubistch, jovencísimo y virtuosísimo guitarrista de brillante futuro ( el octeto electrónico de Astor Piazzola, por decir algo), nos vuela despiadadamente la peluca con el extenso e increíble solo en el instrumental e intenso 6/8 de “ALARMA ENTRE LOS ÁNGELES” ( ¿Se le puede poner un nombre mejor a un tema instrumental ,flaco?). “QUE VEZ EL CIELO” ,nos devuelve momentáneamente a la calma de un clima folk spinettiano, con preciosos solos de guitarras. “RUIDO DE MAGIA”, el único tema del disco con presencia de teclados (lo que da como saldo cierto clima onírico ), contiene quizás los pasajes instrumentales más elaborados del álbum, con magnífico trabajo de guitarras, una vez más.
“...Una palabra, dame una palabra”...”DOSCIENTOS AÑOS”. Guitarras limpias, claridad y luz del día, cálidos solos de Gubistch para una canción bellísima. Ese mismo clima apacible nos lleva a la intro de “PERDONADO” (intro originalmente separada del tema por un silencio absoluto de dos compases). "Mirando una perrita que tenía en casa, sentí que era casi un ser humano pero que ciertos designios la habían conminado a ser un can. Allí nació la idea del niño condenado a ser perro por el diablo de febrero, pero a la vez perdonado. Perdonado de la angustia existencial de ser un humano o de ser un niño que pide limosna bajo la lluvia". Expresión característica del universo musical spinettiano, en donde el folk , las texturas y cadencias cercanas al jazz y las métricas irregulares, conviven con el rock más pesado de aquel tiempo, en un crescendo apoteótico que ,sumados a otra notable prosa, impulsan a la canción hacia el punto más alto del disco, hacia su momento culmine, con un estremecedor solo de guitarra final a cargo del mismo Spinetta.
El último tema, “LAS GOLONDRINAS DE PLAZA DE MAYO”, terminan de teñir el disco color tango, en un ciudadano y porteño collage final, entre los bandoneones de Mosalini y Rodolfo Mederos, y letanías con rumores de despedida.
A la hora de las sentencias, podríamos hablar sencillamente del mejor trabajo de una banda de guitarras en toda la historia de rock nacional. Aunque hay quienes, como yo, se aventuran a otra : quizás el mejor disco del flaco Spinetta. Quizás. No lo sé con certeza. Pero hay algo que si sé. Dicen que el tango te está esperando después de los cuarenta. Tal vez a mi me salió a buscar, y nos encontramos mucho antes, en un jardín, entre los tallos del nogal y los malvones de la cabina del capitán Beto.
Bienvenidos al jardín de los presentes.

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